Las proteínas junto con los carbohidratos y las grasas, constituyen los macronutrientes de los alimentos, estos materiales o elementos constitutivos, además, son los nutrientes fundamentales para el organismo.
La proteína hace parte de la estructura de los alimentos de origen animal, es el musculo de las partes animales que se convierten en alimentos, al asimilarla el cuerpo la emplea en construir y reparar las estructuras musculares y sintetizar enzimas. Tanto las enzimas como los músculos son tan importantes, que si hay carencia de proteína en la dieta, se presentan cambios visibles en el cuerpo como la reducción de la masa muscular. Por el contrario, el consumo excesivo de carbohidratos y grasas, puede generar un aumento del tejido adiposo.
Aunque la proteína no es el nutriente que debe consumirse en mayor cantidad, ya que son los carbohidratos los que ocupan este lugar prioritario, si hay que consumirla en suficientes cantidades. Las recomendaciones indican que un adulto promedio debe consumir aproximadamente 50 g de proteína, aunque hay que considerar diversos factores que influyen en la cantidad ideal, como el peso, el sexo, el nivel de actividad física, y la presencia de problemas de la salud que hagan que aumenten los requerimientos diarios de este macronutriente en la dieta.
Lo ideal es que en las tres comidas principales exista un suficiente aporte de proteína, para que en el consumo total de alimentos diario se complete el requerimiento de los 50 g. Muchos alimentos que son fuentes de proteína, pueden considerarse al momento de elegir el menú del día. Las proteínas se encuentran mayoritariamente en los alimentos de origen animal, carnes de diferente tipo, huevos y lácteos, estas fuentes proteicas generalmente están acompañadas de grasas saturadas, que también son muy comunes de encontrar en fuentes de alimentación de origen animal. Proteínas de origen vegetal puede encontrarse en las leguminosas como la soya, los frijoles, las lentejas y el garbanzo y en los alimentos conocidos como frutos secos, almendras, pistachos, nueces. Al ser fuentes vegetales la grasa que acompaña la proteína no es saturada, sino que se trata de aceites insaturados más convenientes que las grasas saturadas y que pueden ser benéficos para el organismo si se consumen con regularidad.
Al momento de seleccionar el menú del día, elige siempre lo que sea más agradable al paladar, considerando que las fuentes de proteína contengan preferiblemente grasa insaturada o una baja concentración de grasa saturada. No es necesario eliminar los alimentos que realmente se disfrute comer, pero si pensar en consumirlos con menor frecuencia si se sabe que pueden convertirse en un aporte importante de grasa saturada.
Empezando por el desayuno, podrían elegirse lácteos bajos en grasa, el huevo es una excelente fuente de proteína, sin embargo, debería consumirse con menor regularidad, dado su aporte importante de grasa. Los frutos secos al desayuno pueden consumirse con una mezcla de fruta y yogurt bajo en grasa. En el almuerzo las carnes que se seleccionen deberían ser piezas magras y podría incluirse algún tipo de proteína vegetal de las leguminosas, la cena es la oportunidad para consumir una reconfortante crema de vegetales como la ahuyama o la arracacha acompañada de una pieza de carne nuevamente magra.
Alimentarse bien es sentirse bien, el tiempo que pueda invertirse en planificar el menú diario estará bien recompensado con el tiempo. Es cuestión de hábitos el asimilar una dieta más saludable y darles la oportunidad a alimentos más sanos, que sean más favorables para el organismo.